Toda la vida viéndola ahí… y nunca supiste lo que era


domingo, 1 de junio de 2025 / 107 lecturas

Ahí está. Quieta, firme, como si el tiempo no pasara por ella. La ves nada más llegar al barrio de Los Pozos: una silueta de hormigón recortada contra el cielo, como una torre vigía olvidada… o una chimenea sin humo. Lleva ahí toda la vida. Pero, ¿alguna vez te has preguntado qué es?
Ese gigante silencioso no es una torre de vigilancia, ni un monumento moderno, ni una estructura abandonada sin más. En realidad, es mucho más interesante de lo que parece: es un antiguo depósito elevado de agua. Aunque hoy lo veamos desmantelado, vacío y sin uso, en su día fue el alma del barrio de Los Pozos.

¿Y qué hacía esa torre?
Pues nada menos que dar agua a las casas de la fábrica. Esta estructura era clave en el sistema de abastecimiento de las viviendas de la colonia de la fábrica que se asentó en Los Pozos. Su función era tan sencilla como ingeniosa: guardar agua en lo alto para distribuirla por gravedad. Sin cables, sin electrónica. Solo la fuerza de la altura.
Cuando aquí no había casi nada y casi nadie…

Hace un siglo, Los Pozos era apenas un puñado de casas. Estaba la casilla de Renfe, una pequeña granja de cerdos, la escayola… y poco más. La fábrica construyó tres casitas adosadas para sus trabajadores. En una vivía la señora Mercedes, en otra el señor Mariano, y en la tercera, el barbero. Hoy ya no queda rastro de esas casas. Pero sí sigue en pie la torre que les abastecía de agua.
¿Cómo llegaba el agua hasta lo alto?

Aquí viene lo curioso. El agua no caía del cielo, ni se recogía con canalones. Se extraía de pozos cercanos y se bombeaba hacia arriba con motores hidráulicos, que en aquella época funcionaban con vapor o diésel. Una vez el depósito estaba lleno, la presión natural hacía el resto, llevando el agua a los hogares, a los lavabos, a los fregaderos. Todo funcionaba gracias a ese depósito que, ahora, pasa casi desapercibido.
Un trozo de historia que aún resiste
Hoy, la torre está seca y sin uso. Pero sigue firme. A pesar del paso de los años, de la intemperie y del olvido, permanece como un símbolo del pasado industrial de Matillas: de esfuerzo compartido y de soluciones prácticas y brillantes.
¿Y si le devolvemos su valor?
Quién sabe. Tal vez algún día forme parte de una ruta histórica, o tenga una placa que cuente su historia. Por ahora, solo quienes preguntan —o leen esto— sabrán que esa estructura de hormigón es mucho más que una ruina. Es memoria. Es identidad. Es un testigo de todo lo que un día fue.
Así que la próxima vez que pases por delante, míralo con otros ojos. No es solo una torre. Es parte de ti. Parte de Los Pozos. Parte de la historia de Matillas.
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Este artículo fue escrito el domingo, 1 de junio de 2025 a las 20:58 y está guardado en la categoría Curiosidades, Historia(s). Puedes seguir los comentarios de este artículo con el RSS 2.0 feed. Both comments and pings are currently closed.