Todos conocemos donde están los árboles comunitarios en Matillas. Ya saben, esos frutales huérfanos al pie del camino. Árboles sin dueño, que con un poco de suerte sacian el buche de curiosos paseantes.
No sé si les sonará la situación:
En llegando el buen tiempo, los árboles de la vega empiezan a mostrar sus frutos.
Nosotros, que sabemos donde viven, los vemos crecer a paso lento. Esperando el punto óptimo.
– Esta semana, no.. déjales un poco más, que están a puntito.
– Déjales un poco más, fíate de mi.
Y les damos un poco más de vida. Eso sí, sufriendo porque ningún incauto se nos adelante y nos prive del botín.
Y en estos que pasan los días hasta que el lunes que decidimos hacer la compra… ¡se nos han adelantado!
¡Leñe!
Ese árbol de nuestras entretelas, esa costilla nuestra, hijo nuestro desvelos, resulta que nos han levantado el botín.
¡Cagüen!
¡El año que viene nos te nos escapas! Palabrita
(No hay moraleja)
Como somos cautos, vamos a poner la venda antes de la herida: No hablamos de hurtos, ni daños, ni robo. Que Dios nos libre de hacer apología del latrocinio. Por si acaso.
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