Hace unos días les informábamos que se había reacondicionado la plaza del pueblo [1]. Una de las cosas que más nos llamó la atención era que los asientos de piedra se habían quedado impracticables:
Así que ante tal desmán, no quedaba otra que tapar el muerto.
Manos a la obra y…
¡Ole tú!
Donde dije digo digo Diego. Y hoy paz y mañana gloria.
Nota: Por si no se han dado cuenta, las jardineras han pasado también a mejor vida. Snif, snif
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