Ya se habrán ustedes dado cuenta, en Matillas hay una población cada vez más envejecida. Además, el relevo generacional… ni está, ni se le espera.
Sin perspectivas plausibles de futuro laboral, la emigración hacia la capital ha sido un tema recurrente desde el cierre de la fábrica.
Con tal panorama, el resultado es fácil: Matillas se ha ido desangrando poco a poco. Lenta e inexorablemente.
En esta tesitura entra la inmigración a Matillas, que ha servido para dar un poco de esperanza al pueblo.
En Matillas hay un 22,6% de población inmigrante, según los datos del Padrón de 2011 [1]. En España, la cifra es sensiblemente inferior, un 12% [2]. En los pueblos de alrededor las cifras son similares, cuando no superiores: Jadraque 26%, Bujalaro 15% y así unos cuantos.
La mayoría proceden de Rumanía, y en el caso de Jadraque, además, de Marruecos y Latinoamérica.
Estos datos sirven para ver la importancia que en el sostenimiento del pueblo tiene la población inmigrante. Sea como fuere, este aire renovado le ha insuflado un poco de vida a los pueblos que vivían de capa caída.
Y es que sin estos nuevos vecinos, Matillas se habría abocado -sin remedio- a primero, convertirse en un geriátrico domiciliar y luego ser un pueblo fantasma. Muy a nuestro pesar.
¡Bienvenidos!
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