Si hay algo definitorio de los pueblos son los apodos. Quién más quien menos tiene su mote, definitorio de algún rasgo de su personalidad o simplemente de alguna característica física.
El apodo se convierte en sustituto del nombre y muchas veces más en su suplantador (en casos, no sabemos el nombre real, solo el apodo).
Sin embargo, a medida que la sociedad se vuelve más fría y menos humana, los motes van quedando como un recuerdo del ayer.
Y para que no se pierdan en la memoria, ahí llevan algunos de Matillas:
- El Cubo
- El Peseta
Luego por el valor geográfico:
- El Brasileño
- El Cordobés
- Los Valencianos
Por supuesto no nos podemos olvidar los clanes familiares:
- Los Minchos
- Los Cascarros
O como todos se conocían como tíos:
- Tío Rufino, Tío Miguel…
Y ahora una anécdota:
Mi abuelo se llamaba Alejandro pero todo el mundo le conocía por Manolo ¿Extraño?
Todo tiene una explicación:
Antiguamente se registraba el nombre del niño en dos sitios, en el juzgado y en la iglesia. A mi abuelo le bautizaron como Manolo. Sin embargo, un tío le registró en el ayuntamiento como Alejando.
Así toda la vida llamándole Manolo, hasta que le llegó la carta del servicio militar con su nombre oficial: Alejandro.
Y así quedó por los tiempos de los tiempos.
Todo el mundo le llamaba Manolo cuando oficialmente era Alejandro.
Nota: Para algunos, mote y apodo son diferentes. Mientras el apodo sirve como diferenciador a nivel familiar, el mote nace con un origen peyorativo (a nivel físico o de carácter)
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