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30 años después del cierre de la fábrica: lo que pudo ser y lo que no es

Como saben, hace unos 30 años cerró la fábrica de cemento. Aunque los anhelos por levantarla  de nuevo nunca decayeron, la esperanza de conseguir algo se esfumó poquito a poco.

El tiempo y los años cayeron como una losa y lo que era un cadáver con posibilidades se convirtió en un símbolo de decrepitud, abandono y ruina. El pasado se perdió a pasos agigantados.

Sin embargo, sí sabemos que las cosas se pudieron hacer de otra manera, y para comprobarlo no hace falta irse muy lejos…

La fábrica de Cementos El León tiene un primo lejano allí por Cataluña, exactamente en Castellar de N’Hug [1]. Las dos fábricas corrieron vidas paralelas: nacieron en los albores del siglo XX y se cerraron en la década de los 70 y los 80.

Fabrica cemento Castellar de N'Hug [2]
Castellar de N’Hug. Foto: Enfo [3]. Creative Commons. Wikimedia [2]

Los finales de ambas fueron idénticos: Derruidas en parte para vender la maquinaria como chatarra.

Hasta aquí las similitudes.

Sin embargo, después del cierre, las dos corrieron caminos muy divergentes:

Mientras la decrepitud llegó a Matillas, en Castellar de N’Hug decidieron darle una nueva vida a las instalaciones y abrieron en 2002 el Museo del Cemento Asland [4], al que luego añadieron un centro de interpretación y un itinerario por las ruinas industriales de la fábrica.

Museo cemento Castellar de N'Hug

Ya lo ven, en Cataluña las autoridades se han preocupado por poner en valor el legado industrial de Asland. El patrimonio industrial como eje de conocimiento cultural de nuestro pasado más reciente. Y no les va mal, no: en 2014 tuvieron cerca de 10.000 visitantes.

Para su información, forma parte del conjunto de Museos de la Ciencia y la Técnica de Cataluña (mNACTEC) y fue declarado Bien Cultural de Interés Nacional per la Generalitat de Cataluña en la categoría de monumento histórico.

Ahí lo llevan, del patrimonio industrial que tanto denostan algunos, en Castellar se engloba dentro de otras ofertas turísticas de la zona (no necesariamente industriales).

Pues bien, ¿de dónde viene el problema?

Ahí está la madre del cordero. Quizás una falta de cultura por valorar el patrimonio industrial, quizás desidia institucional, o simplemente que el horno no está para bollos y el dinero es mejor gastárselo en otras cosas.

Quién sabe, a veces ahí que mirar un poco más allá para ver que las cosas sí pueden ser de otra forma.


Nota

Ah! La Generalitat de Cataluña compró la fábrica de cemento Castellar de N’Hug al precio simbólico de 3000€ en 1996. En el caso de Matillas, no estamos 100% seguros de quien es su legítimo propietario, pero creemos al 99,9% que no es de titularidad pública.

Si les interesa más información, pueden visitar la página web del museo [4] o ver algún video online [5] (en catalán)

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