Dos supervivientes del accidente de tren de Matillas de 1945 nos cuentan su historia

   

domingo, 22 de marzo de 2015 / 2.127 lecturas

El 20 de Diciembre de 1945 Matillas vivió el mayor accidente de ferrocarril de su historia: en el punto kilométrico 115, el tren Rápido Barcelona-Madrid arroyó un mercancías que estaba haciendo maniobras en la estación. En el accidente hubo 9 fallecidos y más de 21 heridos.

Recorte prensa Accidente tren Matillas 1945

Hace un tiempo hicimos un artículo con la información que obtuvimos en gran parte de los diarios de la época(ABC, La Vanguardia). Pues bien, hoy hemos recibido un correo de Alessa Alamillo, lectora de Matillas.org. Así empezaba el correo:

Hola,

Me dirijo a ustedes porque he topado con su página web al buscar noticias sobre ese accidente del que mi madre tantas veces nos ha hablado y que vivimos las dos en primera persona.

Ella contaba 25 años y ahora -con buena salud- tiene 94. Yo haré 70, pero entonces tenía seis meses. Naturalmente los recuerdos son de mi madre, María Asunción Sanz (Maruja para la familia).

Yo recojo noticias de mi familia y esto lo tenía escrito.

Ahora, al ver la dirección su web, se me ocurre que tal vez sea una curiosidad más y por eso decido enviarles mi relato.

Por lo demás, nunca hemos conocido su pueblo, pero no lo descarto y menos ahora.

Un saludo cordial,

Assela Alamillo

Pues bien, ya que les hemos puesto en antecedentes, queremos agradecer la confianza de Alessa para compartir su historia ¡Muchas gracias!

Aquí tienen la historia de Maruja Sanz y su hija Alessa, supervivientes del accidente de tren de Matillas del año 1945:

Dos protagonistas del accidente de tren de Matillas (20 de diciembre de 1945)

Mi madre, Maruja Sanz, a sus 94 años, sigue evocando en ocasiones y narrándoselo a sus nietos, su experiencia, con toda razón imborrable, del accidente que vivió en primera persona esa fatídica noche de diciembre cuando se dirigía conmigo, su primera hija de tan sólo seis meses a reunirse con su familia política en Madrid para pasar las fiestas navideñas en su compañía. Mi padre, por entonces en el Ejército, tenía guardia esa noche y ella había decidido hacer antes el viaje a instancias de los abuelos paternos, deseosos de tener consigo a la pequeña nieta, por entonces todavía lactante, acomodada en su capazo.

Ellos tenían el domicilio familiar en Zaragoza, de donde es natural mi madre y toda su familia y en donde su padre, Luis Sanz, poseía una fábrica de jabón. Un antiguo empleado de la fábrica, de nombre señor Manuel, borrachín empedernido, se despidió del trabajo aunque manteniendo buenas relaciones con su antiguo patrón y desde entonces se ganaba la vida haciendo la cola en la Estación de Ferrocarril para sacar billetes a otras personas a las que les evitaba así las largas y pesadas esperas ante las ventanillas, como era usual por entonces. Ellos, a cambio, le daban una propina. El señor Manuel fue el que sacó el billete para Maruja. El destino les va a hacer pasar uno de los peores momentos de su vida.

El tren llega con retraso y Maruja se ve en el recuerdo paseando por el andén de la estación con el padre que la acompaña, cruzándose con los demás viajeros, entre otros un grupo de soldados que departen alegremente disfrutando ya de las vacaciones que inician, a la espera de que la humeante máquina entrara en la estación. Se acomoda en su compartimento al lado de los viajeros que le acompañan y el tren sigue su lenta marcha. Frente a ella se sienta otra madre joven con una niña más pequeña todavía a la que al cabo de unas horas han acomodado en el suelo sobre una manta a modo de improvisada cuna. El viaje va transcurriendo normalmente hasta que el tren llega a la estación de Matillas, pequeño pueblo de la provincia de Guadalajara, entre Sigüenza y Jadraque. En ese punto, llegada ya la oscuridad de la tarde invernal, el tren choca de frente con otro mercancías que salía de la vía de servicio y del golpe caen las dos locomotoras y descarrilan varios vagones. El brusco movimiento que, como consecuencia del choque, se produce en todos los vagones hace que en el compartimento donde viaja Maruja los viajeros se desplacen violentamente hacia adelante y que el equipaje que se colocaba encima de los asientos en unas estanterías con gruesa red, caiga bruscamente abajo. Por ese tremendo topetazo la pequeña niña que estaba durmiendo sale despedida hasta debajo del asiento contrario y un segundo después una de las maletas cae con fuerza en el mismo espacio donde hasta ese momento había estado la niña. El desplazamiento le libró de una muerte segura pero la maleta rompe el biberón donde la madre llevaba la leche que tenía que alimentar a la pequeña y que ya era hora de tomarlo. Las dos bebés lloran desconsoladas pero Maruja consuela a su hija dándole el pecho. Luego lo hace con la otra niña aunque ya no puede saciarse como hubiera querido porque le queda muy poca leche.

Aún no saben lo que ocurre pero el ambiente es trágico. Se apagan las luces y se oyen gemidos y gritos que resuenan en la oscuridad al tiempo que perciben pasos precipitados y carreras por el andén. Poco a poco circulan las noticias por los asustados viajeros y se van enterando que ha habido muertos, unos veinte, y bastantes heridos. En su compartimento no se han roto los cristales y al cabo de poco tiempo aparece el revisor para pedirles que lo abandonen porque lo necesitan para colocar en él a un herido que, con las piernas rotas, se lamenta con grandes gritos lastimeros. A ellas las trasladan a otro donde los cristales se han hecho añicos y sienten el gran frío que en la invernal noche entra por los huecos al tiempo que empieza a llover. Les anuncian que están esperando que llegue de Madrid un tren de socorro que los conducirá hasta el destino y el tiempo se hace eterno. Van transmitiéndose noticias más precisas sobre lo sucedido y sobre la suerte de algunos de los viajeros. Maruja se entera con tristeza de lo que ha acaecido con el grupo de soldados que subieron con ella en Zaragoza. Un poco antes del accidente uno de ellos les invita a los demás a ir al vagón bar a tomar una bebida pero no tiene éxito en su propuesta y a pesar de ello decide irse él solo. Esta decisión le salvó la vida porque todos sus compañeros murieron en el choque.

El señor Manuel que por su nuevo oficio pasa las horas en la Estación, se entera pronto del accidente y se dirige a casa de don Luis para comunicárselo sin poder dar otra precisión y llenando de angustia a toda la familia que no tienen medio de saber lo que le ha ocurrido a la hija y la nieta.

Mientras tanto en Madrid, el suegro, mi abuelo Ildefonso, con su hijo Fernando han acudido a la Estación de Atocha para recogerlas y allí se enteran del accidente y de que va a salir un tren en dirección al lugar para trasladar a viajeros y heridos. El suegro habla con los responsables y hace valer su condición de fiscal destinado en el Tribunal Supremo, para pedir que le dejen subir al tren. Se ha apoderado de ellos la angustia y el temor de lo que les haya podido pasar a las queridas viajeras.

Cuando el tren de socorro llega al lugar del accidente, anuncian a los viajeros que están indemnes que se trasladen a él. Maruja con el capazo de la niña y su maleta a duras penas avanza por el corto y oscuro espacio que separa los dos trenes pero una señora se ofrece a llevar conjuntamente el capazo. De repente nota que alguien se abalanza hacia ella y la abraza fuertemente; era su cuñado Fernando que se ha adelantado impaciente para buscarla entre los muchos viajeros que se dirigían al nuevo tren. Le domina la emoción y la alegría de encontrarla viva. El reencuentro con la familia es consolador y juntos, en el tren destinado para ello, vuelven a Madrid desde donde podrá llamar a su familia de Zaragoza. Antonio, su marido, mientras tanto, estaba de servicio en la Academia General Militar y solo se entera cuando todo ha pasado.

Como dice Maruja, Dios no la quería todavía con él, estaba destinada a una larga vida.

Assela Alamillo Sanz

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Este artículo fue escrito el domingo, 22 de marzo de 2015 a las 20:47 y está guardado en la categoría Historia(s). Puedes seguir los comentarios de este artículo con el RSS 2.0 feed. Both comments and pings are currently closed.

Un Comentario en “Dos supervivientes del accidente de tren de Matillas de 1945 nos cuentan su historia”

Francisco

comentó el 22 de marzo de 2015 a las 21:20

¡Vaya historia! Gracias por compartirla.

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