¡Muchas gracias a Vanesa por la información y las fotos!
Tal como les informábamos hace unos días [1], la plaza se iba a someter a un lifting para modernizar su aspecto.
Ahora que se han ido las máquinas, hemos podido comprobar el resultado final.
El cambio no ha sido radical sino que las obras se han centrado en tres puntos: renovar el pavimento de la plaza, rediseñar el pilón y anular los parterres.
En primer lugar, el suelo se ha igualado con el diseño de las nuevas aceras para dar sensación de continuidad con las de la carretera de Mandayona. Además, se ha nivelado el suelo, que en alguna zona tenía algún escalón espontáneo:
El pilón sí ha sufrido una considerable lavado de cara. Del armonioso chorrito de antaño hemos pasado a una farola de estilo imperial que ya conocíamos.
Al colocar la farola allí, se han quitado el resto de las iluminarias de la plaza, que seguramente limitaban los movimientos a la hora de realizar actos públicos.
Otro de los cambios más radicales ha sido suprimir los parterres que había a cada lado de la plaza. Las zonas de tierra se han tapado para uniformizar el diseño.
Eso sí, como todo tiene sus daños colaterales (en la estética no entramos), uno de los peros es que al aumentar la altura del suelo, los elementos arquitectónicos previos han quedado reducidos a una mínima expresión. Araceli nos enseña como los bancos de la plaza se han transformado en banquetas:
Sí, ese banco ahora es… un reposapiés.
Ya lo dice el refranero: “Para ese viaje no se necesitan alforjas”
(1)